La Misionera Consagra su vida entera a la Evangelización, formando pequeñas comunidades, que a imitación de las primeras comunidades cristianas, “tienen un solo corazón y una sola alma”.
Para una Misionera Social de la Iglesia nada hay verdaderamente humano que no tenga resonancia en su corazón.
Nuestro cuarto Voto de “Trabajar preferentemente con los más pobres”, es la vivencia de la gracia carismática: “Sentimiento maternal de compasión de Dios”, por el que la Misionera Social de la Iglesia desgasta su vida en servicio de los pobres en los diferentes rostros de pobreza, manifestándoles el amor con que el Padre los ama, a fin de que vivan formando la Gran Familia de los Hijos de Dios.
Nuestro cuarto Voto nos compromete a trabajar en apostolados, preferentemente entre personas pobres y desposeídas.
El pobre no solo es el hambriento, el que carece de bienes materiales, sino sobre todo el enfermo, el pequeño, el débil, el falto de instrucción, el necesitado de todo y de todos, el sujeto a la maldad de los demás, el marginado por los demás.
El apostolado de las Misioneras Sociales de la Iglesia se desarrolla en tres campos específicos:
Evangelización: Pastoral parroquial. Equipos Misioneros. Casas de espiritualidad Misión Ad Gentes. Asociados Misioneros. Pastoral de Medios de Comunicación Social.
Promoción Humana y cristiana: Talleres de Formación de la mujer para el Hogar. Centros de desarrollo para la joven. Pastoral de la salud. Formación de pequeñas comunidades
Asistencia Social: Centros de desarrollo infantil. Centros geriátricos. Residencias de ancianos